viernes, 14 de septiembre de 2012

Ciega hasta el infinito…




No me pidas que te odie…
Ni quieras obligarme al olvido,
Soy la esclava que nunca quisiste,
La dueña absoluta de tu infame castigo.
Soy yo quién se odia por quererte…
Quién se castiga con no querer olvidarte,
Capaz fui de fustigar a la memoria
 Danzando canciones,
Bailadas cientos de veces… contigo.
¡Y nunca será bastante!
Ciega hasta el infinito…
¡Culpable hasta lo insondable!
No habrá no, para mi suficiente castigo,
Para olvidar que en mis labios y en mis brazos…
¡Soltaste tu último suspiro!

¿Quién eres, tú?


¿Quién eres, tú?
Tantas veces me lo pregunto
 cuándo te veo marchar…
Mi mente se asemeja
 a una fuente rota,
 no deja, no… de pensar.

¿Dónde se fue aquel hombre
 que yo amé… y me amó?
¿Cómo fuiste capaz
 de engañarme y luego, huir de mí?
¿O cómo supe esconder
 la verdadera razón
 Y engañarme al creer que tú,
 ya eras así de… vacío?
Mi amor fue tan inocente…
¡Como lo fue el tuyo
 por ladrón y bandido!
Me robaste… sí, lo hiciste…
El alma, el corazón…
 y el aire con el cual, hasta respiro.
ثثثث